El instrumento preciso
Todo músico que se precie, aficionado o profesional, reconoce que cada instrumento musical tiene su idiosincrasia y que dar con el modelo adecuado es un proceso delicado. En materia de pianos, la Fábrica de Pianos de Estonia lo sabe mejor que nadie.
En Tallin, capital de Estonia, los clientes potenciales son invitados a visitar las instalaciones del distrito de Kalamaja, una zona valorada por Time Out como uno de los "barrios más cool del mundo". Allí experimentan de primera mano en qué consiste la elaboración artesanal de pianos de lujo. Repartido por la fábrica, un ejército de trabajadores se centra en cada una de las fases específicas del largo proceso de fabricación, mientras aquí y allá las virutas de madera saltan como confeti de componentes musicales laboriosamente refinados.
Indrek Laul, presidente de la empresa y pianista formado en Juilliard, califica los instrumentos allí fabricados como "pianos que cantan". Durante mi visita compruebo que esto no es ninguna exageración: es un privilegio ver tocar a Laul con envidiable ligereza una pieza de Arvo Pärt, el compositor estonio de fama mundial, y observar cómo la última nota cuelga deliciosamente en el aire obligándote a contener el aire hasta que se desvanece del todo. Así pude apreciar in situ el poder de un piano estonio.
Las raíces musicales de Estonia son profundas y están ligadas a su identidad nacional, con música folclórica que se remonta al siglo XII y una rica tradición de festivales de canto. La fabricación de pianos se remonta a 1779 y antes de la Segunda Guerra Mundial el país llegó a tener varios fabricantes de pianos. Sin embargo, su número disminuyó bajo la ocupación soviética y la entonces Fábrica de Pianos de Tallinn pasó a ser propiedad del Estado.
Cuando en 1950 Stalin obligó a todos los países del Telón de Acero a hacerle un regalo de cumpleaños, la fábrica le envió un piano de Ernst Ihse-Hiis, formado en Hamburgo y encargado de la manufactura de pianos de cola y verticales desde 1893. Stalin decretó que a partir de ese momento la fábrica sería la única productora de pianos de cola de concierto de la URSS. La restricción de componentes y clientes al ámbito soviético de la que fue objeto contrasta con la actual internacionalidad y renombre mundial de la empresa.
En los primeros años de la independencia postsoviética, la fábrica luchó por encontrar su nicho de mercado hasta que Laul aportó su visión: centrarse en la artesanía individual en lugar de la producción en masa. Poco a poco fue comprando acciones hasta coger las riendas del negocio a principios de los 2000, con sus padres músicos y su mujer, Triin. Juntos han perfeccionado cientos de etapas del proceso de fabricación de pianos y han aumentado los modelos a cinco: desde el más compacto, el modelo 168, llamado así por su longitud en centímetros, hasta el denominado Gran Modelo 274.
Si antes todos los pianos de la fábrica eran negros, ahora hay muchas más opciones: una clienta eligió un baby grand blanco para su inmaculada casa minimalista en la sierra española. En acabados especiales destaca la rara madera de bubinga cuya demanda se dispara cuanto más interesante es la veta. Esta madera procede del archivo de maderas que posee la propia fábrica, lo que la convierte en una elección ética. Por su parte, la edición especial Wiiralt es un acabado que rinde homenaje al artista gráfico homónimo, natural de Estonia. Como explica Laul, "la forma de la veta se asemeja a la obra de Wiiralt".
En la actualidad, los componentes son cuidadosamente seleccionados y traídos de toda Europa, incluyendo teclados Kluge de Alemania y abeto de resonancia de Suiza para determinadas cajas de resonancia. El aro de madera dura del Báltico de varias capas ayuda a crear las cualidades tonales únicas de ese sonido distintivo. A diferencia de Steinway, que fabrica sus pequeños modelos Essex en China, todos los pianos se ensamblan en Estonia.
"En los pianos de cola, el enrollado de cuerdas y el entallado de puentes se hacen a mano", explica Laul. "Este tipo de artesanía solo se consigue con pianos de gama alta".
Un modelo de la Fábrica de Pianos de Estonia está instalado permanentemente en el aeropuerto de Tallin, a disposición de cualquier visitante o viajero que quiera tocarlo, un posible símbolo de la proyección internacional de Estonia, así como de su espíritu musical.
¿Dónde pueden encontrarse los pianos estonios?
La fábrica trabaja con representantes de todo el mundo. En la zona de Los Ángeles, por ejemplo, están representados por Kim's Piano Company, una empresa familiar que atiende a músicos profesionales, clientes de Hollywood y entusiastas del piano.
El presentador Jay Leno posee el modelo 190 Hidden Beauty, cuya chapa de bubinga solo es visible cuando está abierto y listo para ser tocado. Larry Ellison, CEO de Oracle, tiene un modelo 210.
Músicos como Dave Brubeck y Claudio Arrau han tocado pianos Estonia. Sviatoslav Richter (a quien NPR denominó "el pianista que hizo estremecer a la Tierra") tras tocar un modelo Estonia, aseguró que "sencillamente, en este piano de cola encuentras más música". También se utilizó un piano Estonia en la actuación del país en Eurovisión 2023.
Entre los lugares culturales que cuentan con pianos Estonia figuran el Consejo de Europa de Estrasburgo, la Ópera de Hannover y la Sinagoga Central de Nueva York, y también se pueden encontrar en prestigiosas escuelas de música, como la Academia de Música de Lituania.
Laul explica: "Estados Unidos es nuestro mayor mercado, pero también tenemos clientes repartidos por todo el mundo, como Canadá, Australia, Japón, Indonesia y China. El año pasado nos expandimos también a Singapur". Un reciente cliente británico aseguraba con ternura que el proceso de búsqueda de pianos era "como elegir un cachorro".